En busca de una pasión

Aquel  otoño, una familia celebraba feliz el nacimiento de su hija. La pequeña, pronto hizo saber a sus padres que era poseedora de una potente voz. Carolina, así se llamaba la niña, escuchaba hablar a sus padres de otros países, llenos de bosques y lagos.  Lejanos lugares que ella siempre soñaba conocer. Sus padres; Juan Codina, famoso tenor, se había casado con una soprano rusa, Olga Nemýsskaya. Pronto la familia Codina se trasladó desde la madrileña calle Barbara de Braganza   a la ciudad de  Nueva York para que sus padres desarrollaran su actividad artística mientras ella recibiría una esmerada educación musical. Carolina creció entre  partituras y música mientras hablaba  español, inglés y ruso.

Una noche de 1918, en el Carnegie Hall, un ya prestigioso compositor ofrecía un concierto.  En el escenario, sus manos comenzaron a moverse con ágiles movimientos sobre el piano transformando el silencio en  melodía. La bella música embelesó a la joven. Antes de acabar el concierto la admiración se había transformado en amor. Carolina Codina, ya no se separó de aquel hombre. Se convirtió en compañera inseparable de Serguéi Serguéievich Prokófiev,  su esposa y  la madre de sus hijos.

Carolina jamás se hizo famosa como soprano, su carrera musical se quedó estancada el día que su profundo amor por la música se convirtió en apasionado amor por el músico.  Eligió acompañar al hombre a vivir a París, Italia, y Baviera donde se casaron. Se instalaron en 1936, en las cercanías de la Plaza Roja donde la familia permaneció unida hasta 1941. Momento en el que el célebre compositor decidió cambiar de «aires» y de paso de compañera de viaje.

S.S. Prokofiev no sólo tuvo una agitada vida sentimental. Vivió con gran pasión todas las facetas de su vida. Como interprete y compositor su obra rompió las normas de la música clásica con un innovador estilo que entendía el ritmo y la armonía de manera diferente. Posteriormente su música fue evolucionando hacia un estilo más tradicional. En sus composiciones muchas veces incluyó melodías populares claramente reconocibles lo que da a su obra  una personalidad muy rusa, como así dijeron  los más grandes críticos musicales internacionales del momento.  Desde entonces, en Occidente, la música de S.S. Prokofiev se entiende como una representación simbólica del alma rusa. De nuevo, otro artista recurría a la historia del país y a los motivos populares como fuente de inspiración.

Desde muy joven recibió educación musical de mano de su madre. Con 9 años viajó con ella a Moscú donde asistió a la representación de 2 óperas. Al año siguiente escribió su primera obra «El Gigante» , representada por familiares y amigos. En 1904 ingresó en el Conservatorio de San Petersburgo. Durante su etapa estudiantil creo diferentes sinfonías que fueron representadas públicamente con diferente éxito. Los más conservadores rechazaban su obra, los músicos y críticos más modernos elevaban su obra a lo más alto de la creación musical.

Placa conmemorativa del Ayuntamiento de Madrid en la calle Bárbara de Braganza

En 1913, acompañado de su madre inicia su primer viaje a París  y Londres donde conoce al empresario y coreágrofo ruso Diaghilev, para el que escribirá exitosos  ballets como «Romeo y Julieta».  Regresa a Rusia en 1916. En Petrogrado vivirá los agitados momentos de la Revolución Rusa. A S.S. Prokofiev no pareció nunca interesarle la política y se trasladó al Caúcaso para dedicarse enteramente a su trabajo sin perturbaciones. En 1918, con permiso de las nuevas autoridades políticas parte hacia Japón. El 20 de noviembre de 1918 da su primer concierto en EEUU donde obtiene un clamoroso éxito.  Durante los años que vivió en el extranjero compuso y sorprendió al público con conciertos en diferentes ciudades y países.  A finales de 1935 estrena en Madrid  su “Concierto para violín Nº 2”.

Sinfonías, Cantatas, Óperas,  Conciertos para piano, violín surgían de la mente del magistral compositor. En 1936 regresó a la Unión Soviética. Una nueva etapa prolífica en la composición  para grandes obras de teatro o para el cine como la  banda sonora de la pelicula «Aleksander Nevsky» de su amigo Serguei Eisenstein. 

Poseía el don de la imaginación que junto a una elevada disciplina le llevaron a una famosa  constancia en el trabajo.  En 1954, Shostakovich escribió sobre él: «La disciplina de trabajo de S. S. Prokofiev fue realmente sorprendente y, para muchos, incomprensible, trabajó en varias obras al mismo tiempo».

Además de músico fue un magnífico escritor.  Sus Historias y Diarios componen un gran interesante conjunto literario junto a libretos y argumentos de sus obras.  En el campo de la literatura, nos dejó como legado un proyecto único. El libro de madera, donde  48 de los mejores y más grandes representantes de casi todas las áreas del arte de principios del siglo XX, escribieron sus respuestas con sus firmas a una única pregunta: «¿Qué piensas del sol?».

En los momentos de descanso le gustaba resolver problemas de ajedrez. Un juego que practicó a un nivel elevado ganando incluso a uno de los campeones mundiales más afamados de la historia, el cubano Ramón Capablanca. En sus diarios pueden leerse diferentes opiniones del artista sobre su pasión por este juego. «El ajedrez para mí es un mundo especial, un mundo de lucha de planes y pasiones» y «El ajedrez es la música del pensamiento». Una afición que adquirió desde niño y en el que también intentó innovar. En 1905 inventó un tablero hexagonal  donde desarrollar el juego. Más tarde presentó un tablero de 9 lados con 9 grupos de figuras.

En 1941 inició la composición de una ópera basada en la novela de Lev Tolstoi, «Guerra y Paz».  En su inicio, puede escucharse uno de los coros más patrióticos de la ópera rusa, en ella  incluye himnos y marchas que enseguida dejaron los escenarios para ser cantados por el público en los difíciles momentos de la Gran Guerra Patria.

Durante el verano de 1944 en la Casa de Creación de Ivánovo, donde vivían y trabajaban muchos destacados compositores soviéticos, escribe una nueva sinfonía. La “Sinfonía N° 5 en si bemol mayor”   Op.100 . Una gran obra de carácter épico inspirada en la gran victoria que se avecinaba del Ejército soviético sobre el nazismo.  Se estrenó con gran éxito el 13 de enero de 1945 en la Gran Sala del Conservatorio de Moscú, interpretada por la Orquesta Sinfónica del Estado de la URSS  y dirigida por el propio compositor. Fue su última actuación como director.  Pocos días después sufrió un aparatoso accidente. La caída por unas escaleras provocó una lesión cerebral que le deja invalido para el resto de su vida.

Es conocida también su faceta de compositor de música para niños. Puso música a diferentes cuentos de hadas con el fin de acercar la música clásica a la infancia. Una de sus composiciones más famosas «Pedro y el lobo» fue elegido por Walt Disney en uno de sus primeros trabajos.

La música de Prokofiev ha sido llevada al cine en  Hollywood . Podemos escuchar sus notas en películas de Wody Allen,  o en otras famosas cintas como «Conan el bárbaro» o «Avatar» . Utilzada también como base en canciones de «Sting» o «Robbie Williams». 

Probablemente el gran logro de este excepcional músico, no sólo se debe a la cantidad y calidad de su obra. Tampoco a su pasión en la innovación y transformación de la música clásica.  Su gran logro fue hacer disfrutar de la música a todo tipo de personas y acercar al gran público la música clásica. Hacer música para todos, fue su objetivo y no solo ser escuchado por las élites educadas. Sus reflexiones, escritas en sus diarios, ayudan a entender el concepto del gran músico sobre lo que debería ser la música clásica en los inicios del siglo XX.

“Actualmente no nos encontramos en la época en que la música se escribía para un pequeño grupo de estetas. Ahora las enormes muchedumbres del pueblo se enfrentan a la música seria y esperan interrogativamente. Compositores, traten con atención este momento. Si ustedes rechazan al pueblo, él se volverá hacia el jazz o hacia el pop. Si ustedes saben atraerse a estos oyentes, tendremos un público como no hubo ni en ningún lugar ni en ninguna época, pero esto no significa que haya que adaptarse a este auditorio. El adaptarse oculta en sí el elemento de falta de sinceridad y de este adaptarse nunca salió nada bueno. Las masas quieren la gran música, los grandes acontecimientos, el gran amor y las alegres danzas. Comprenden mucho más de lo que piensan algunos compositores y quieren superarse.”

Yo me pregunto porque no aparece en las películas o en los discos que la música que utilizan es de Prokofiev ¿No reciben los herederos los derechos de autor? o es una cuestión de colgarse méritos ajenos.

Publicado por birioska

blog sobre cultura rusa

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