Madrid y los pintores madrileños en el Museo de L’Hermitage de San Petersburgo

Jorge Martín Quintana, profesor e historiador

Presentación

El final del mes de enero nos sorprendía con la noticia de la posibilidad de que Madrid se convirtiera en sede de una delegación del Museo l’Hermitage de San Petersburgo. A raíz de la misma, se sucedieron con gran rapidez nuevos acontecimientos como la reunión mantenida entre el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida y el embajador de Rusia de España o la reunión con los promotores que buscan abrir una filial del museo ruso  en España para ofrecerse como sede de la misma.

No hace falta decir lo que la apertura de dicha filial tendría para Madrid, especialmente, para algunas áreas que, estando en boca de todos, como Madrid Nuevo Norte, luchan por hacer de las mismas, espacios vivos y cálidos que hagan del conjunto de Madrid una ciudad habitable y acogedora.

Es por ello, que un equipamiento cultural como es un museo contribuirá, sin duda, a dinamizar amplias zonas de Madrid, con un turismo de calidad que propiciará el desarrollo de sectores económicos y sociales auxiliares y que, en definitiva, hará que el corazón de nuestro querido Madrid siga bombeando.

A modo de bienvenida a todos estos ilusionantes proyectos, proponemos una visita al Hermitage, descubriendo la presencia de Madrid en el museo que fuera fundado por Catalina, la Grande.

Barroco

Empezamos con una serie de pinturas del pintor madrileño Francisco Collantes (Madrid?, h. 1599-?, 1656)., ocupado, especialmente, en la decoración del palacio del Buen Retiro. En el Museo del Hermitage de San Petersburgo encontramos un Paisaje con ruinas (hacia 1634) y un San Juan Bautista en el desierto (hacia 1630) que ingresó en el museo en 1834, procedente de la colección de Juan Miguel Páez de la Cadena y Seix (1772 – 1848), embajador en Rusia desde la segunda mitad de la década de 1820 hasta 1834, período en el que conocería al literato Alexander Pushkin al cual, el embajador español, le inspiró el personaje homónimo de su Eugenio Onegin.

Por su parte de Sebastián Herrera Barnuevo (Madrid, 1619-1671), nombrado maestro mayor de Obras Reales en 1662, tenemos un retrato de Carlos II, niño. Herrera Barnuevo se había encargado de las arquitecturas efímeras erigidas en 1649 con motivo de la entrada de doña Mariana de Austria, segunda esposa de Felipe IV. Años más tarde, en 1667, fue nombrado pintor de cámara y, en 1670, conserje de El Escorial.

De Francisco Camilo (Madrid, 1615-1673), hijo del pintor florentino Domenico Camilo, el cual participó en la decoración del monasterio de El Escorial, el Hermitage conserva una Asunción de la Virgen (1666) adquirida en 1814. En Madrid trabajó para distintos conventos, como el de San Felipe el Real, el de Antón Martín o los capuchinos de la Paciencia. En la provincia de Madrid, realizó algunas obras para la cartuja de El Paular – hoy en el Museo del Prado – el convento de capuchinos de El Pardo y para la iglesia de Santorcaz. Asimismo, ejecutó diversas obras  para el  Alcázar de Madrid, algunas desaparecidas, como las Fábulas de Ovidio, realizadas junto a Julio César Semini,

Del madrileño Simón  de León Leal (Madrid, c. 1610-1687)​ tenemos el Triunfo de san Norberto, muy similar al descrito por Antonio Palomino en 1797 el cual situaba en el altar mayor de la iglesia del convento de premonstratenses, erigido en la actual plaza de los Mostenses. El cuadro del Hermitage, de 171×121 cm, habría sido ejecutado entre 1675 y 1685. Ingresó en el museo ruso en 1926 y habría estado, hasta ese momento, en el Palacio Gatchina construido entre 1766 y 1781 para el Conde Grigori Orlov, favorito de Catalina la Grande.

Terminamos la presencia de pintores madrileños del Barroco en el Hermitage con la figura de José Antolínez (Madrid,1635 –1675), uno de los principales representantes de la generación de pintores activos en Madrid inmediatamente posterior a la de Juan Carreño de Miranda y de Francisco Rizzi y del cual, en el Museo de L’Hermitage, encontramos varias obras como son Santa María egipciaca en el desierto (1665 – 1668), El Bautismo de Cristo, El Descendimiento de la Cruz (ambos, entre 1660 y 1675) y La Anunciación (1665 – 1675).

El Madrid goyesco.

Encontramos dos grabados en cuyo título aparece el topónimo Madrid, ambos relacionados con las corridas de toros:

Por un lado, Trágica muerte de Pepe Illo (sic) en la arena, en Madrid datado en 1815 – 1816, obra de un grabador anónimo y que ingresó en el museo en 1924 y otro de Goya. En 1921, poco antes del ingreso del anterior, la Sociedad para el estímulo de las Artes, había donado Ligereza  y atrevimiento de Juanito Apignani en Madrid, en el que representa al famoso banderillero en el momento de la ejecución del “salto del palo”. Como el anterior, está datado entre 1815-1816 y pertenece a la serie Tauromaquia.

Hacia el siglo XX…

Martín Rico y Ortega (El Escorial, 1833 – Venecia, 1908) fue un pintor especializado pintura de paisaje que nos deja obras como Vista de Guadarrama (1858) o La casa de Campo (1861). Considerado como uno de los más importantes paisajistas españoles de la segunda mitad del siglo XIX, Patio en España, óleo sobre lienzo de 51×42 cm. Depositado en el museo de San Petersburgo, se advierte el estilo y temática exótica de Fortuny. Tras haber formado parte de la colección de P.I. and V.A. Kharitonenko, pasaría por varios museos – como el Pushkin de Bellas Artes de Moscú – hasta ser depositado, en 1948, en el Hermitage.

Vicente Palmaroli y González (Zarzalejo, Madrid, 1834-Madrid, 1896), quien, además de pintor, fuera director del Museo del Prado entre 1894 y 1896 está representado en el Hermitage a través de su Bailarina (segunda mitad de la década de 1880).

Por último, a caballo entre los siglos XIX y XX, nos encontramos a Juan Espina y Capo (Torrejón de Velasco, Madrid, 1848-Madrid, 1933). Pintor y grabador español, especializado en el género de paisaje.

Juan Espina y Capo organizó, junto con Antonio Mencía García, el Certamen de Arte español en San Petersburgo, que se celebraría en la ciudad rusa en abril de 1900 y en que llegaron a exponerse 274 lienzos y 15 esculturas de diversas escuelas y autores españoles (Las “cartas rusas” de Sorolla http://www.gateravilla.es/las-cartas-rusas-de-joaquin-sorolla/ ). De este sagreño, el Hermitage guarda un Paisaje primaveral que pasa a formar parte de su colección en 1931.

Arte del exilio

Junto a las litografías mencionadas más arriba, son dos los cuadros en cuyo título aparece explícitamente el topónimo “Madrid”, obra ambos de Julián Castedo Palero, elegido en  1934, miembro de la Comisión Fiscal de la Sociedad de Fomento de las Artes (ABC, 21 de febrero de 1934, pág. 34) y Jefe de Negociado del Cuerpo Pericial de Aduanas depurado en 1939 en virtud de la Ley de 10 de febrero de 1939.

Castedo Palero tituló ambos cuadros Madrid, cuyas dimensiones, en un caso son de 56×76 cm y, en el otro, de 80×123 cm. y, asimismo, ambos ingresaron en el Hermitage en 1948, provenientes del Museo Estatal del Nuevo Arte Occidental de Moscú.

Conclusión

Como podemos advertir, L’Hermitage contiene algunos pedacitos de Madrid a través de los pintores naturales de la ciudad o la provincia o de las vistas y momentos vistos y vividos en esta tierra: quizá, pronto sea Madrid testigo de un hito tan importante como la apertura de una filial del museo de San Petersburgo en la misma.

Publicado por birioska

blog sobre cultura rusa

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