A estas alturas del mes de enero ya casi han terminado las fiestas navideñas españolas y rusas. Digo bien, casi. Falta todavía, según la religión ortodoxa el día de la Epifanía, conocido también como «El Bautismo de Cristo». Día en el que los ortodoxos rusos deciden expresar su fé de una manera un tanto peculiar. La tradición dice que hay que bañarse en aguas purificadoras al igual que hizo Cristo en el río Jordán. No importa la temperatura que puede hacer en Rusia un 19 de enero, muchas veces inferior a ¬20ºC, ni tampoco la temperatura del agua que la mayoría de los años no supera los 2ºC. Los fieles se sumergen en las gélidas aguas con el fin de limpiar de pecados sus almas. Para ello hacen agujeros en forma de cruz en ríos y lagos a lo largo y ancho del país o colocan enormes pilas de madera en las puertas de Iglesias.
Al comenzar el día 19 es decir, todavía en la fría noche, los sacerdotes bendicen las aguas para iniciar un ritual al menos sorprendente para los no rusos. Yo con solo imaginarme en esta situación ya siento frío. ¡Sobrevivir a este baño me parece imposible1. Después de esto deja de sorprenderte ver como comen sabrosos helados ataviados de guantes y gorros mientras pasean por los parques a -15ºC. Y el colmo de la incongruencia; al menos para mí, es no poder encontrar en ningún lugar de Moscú una verdadera bebida fría acompañada con 4 ó 5 cubitos de hielo. La excusa, las bebidas frías son malas para la garganta.
Yo me pregunto el helado ¿no está frío o es que no es bebida?. Mi corazón casi se para solo con pensar bañarme en las gélidas aguas y una sensación de frío invade mi cuerpo . ¡Prefiero celebrar la Epifanía del Señor como manda la tradición católica española, esperando calentita la llegada de los Reyes Magos de Oriente!.
En tiempos de Julio César todos los que vivíamos bajo el poder romano empezamos a medir el tiempo con el calendario juliano. En el siglo XVI, unos sabios reunidos en la Universidad de Salamanca (una de las universidades más antiguas del mundo) descubrieron un desfase de 10 días en el cómputo con respecto al equinoccio de primavera. Ante la necesidad de fijar las celebraciones de la Pascua con total exactitud, el por entonces Papa Gregorio XIII se interesó por los estudios de los sabios salmantinos.
Desde el Concilio de Nicea (325) , la Pascua se fijaba el domingo siguiente del plenilunio posterior al equinoccio de primavera. Hoy en día, a los españoles, parece no importarnos mucho cuando se celebra la Pascua. ¡Nos importa y bastante, La Pascua nos dice cuando van a ser las próximas vacaciones de Semana Santa!. Para fijar con rigor científico el equinoccio de primavera, el Papa adopta el nuevo calendario como calendario litúrgico.
En 1582, 10 días desaparecen de las crónicas en los países de mayor influencia católica. España y Portugal con sus territorios europeos y de ultramar adoptan el calendario gregoriano como calendario civil. El 4 de octubre de 1582 (según calendario juliano) los ciudadanos del Imperio Español duermen la noche más larga de su historia. Despertaron el 15 de octubre según el nuevo calendario gregoriano. ¡Ahora que nadie se queje esos días que duran 1 hora más o una hora menos en otoño y primavera y que todos los años traen la misma discusión!. Perder 1 hora es poca cosa frente a perder 10 días de vida.
El nuevo calendario en principio sólo afectó a los países de influencia católica, poco a poco fue implantándose como calendario civil en países de influencia protestante o anglicana , por ejemplo Gran Bretaña y sus colonias adoptan el calendario gregoriano en 1752.
Los antiguos eslavos, (paganos como el resto de los pueblos europeos hasta la llegada del Cristianismo,) adoraban a Dioses como Svarog o Perún. En el año 988 Vladímir El Grande, Príncipe de Nóvgorod y Gran Príncipe de Kíev, decidió que él mismo y todo su pueblo se convirtieran al Cristianismo. En 1054, se produce el Gran Cisma de Oriente y Occidente, quedando el cristianismo dividido entre Católicos y Ortodoxos. Los antiguos principados rusos, más unidos al Imperio Bizantino en sus rutas comerciales se convierten en metrópoli de la Ortodoxia. La caída de Constantinopla en 1453 a manos del Imperio Otomano marcará la independencia completa de la Iglesia Ortodoxa Rusa, En 1589 el Metropolita Job se convierte en Patriarca de Moscú y de toda la Rus. Esto hace que el recién nacido nuevo Zarato de Rusia se convierta en el único estado ortodoxo libre de los turcos. Estos hechos históricos son el origen de vivir las mismas celebraciones religiosas en distintas fechas. Un cristianismo dividido en dos religiones diferentes que viven con calendarios distintos.
¿Qué paso con este cambio en Rusia? En el siglo XVI, el zarato de Rusia ya era un Estado y el metropolita de la Iglesia Ortodoxa Griega se había convertido en Patriarca de la nueva e independiente Iglesia Ortodoxa Rusa. Mientras tanto el calendario que marcaba las crónicas del país no era ni el juliano ni el gregoriano. Ellos, siempre a su manera, computaban el tiempo con el calendario tradicional ruso que comenzaba el año el 1 de septiembre. A su regreso del viaje por Europa del Gran Pedro I, dispuesto siempre a reformar el país, entre otros cambios implantó el «viejo calendario juliano» en la vida civil y religiosa rusa y en cuanto a sus reformas descabezó a la Iglesia Ortodoxa sustituyendo al Patriarca, por el Santo Sínodo (1721).
En 1918, después de un año de muchos cambios sociales y políticos , la vida civil pasa a estar regida, igual que en el resto de Europa, por el calendario gregoriano. El 31 de enero de 1918 los rusos se acuestan a dormir y se levantan el 14 de febrero de 1918. Eso sólo en una parte del país, ya que en algunos territorios el cambio se realiza un año después. En un país tan grande debía parecer poco tener diferentes husos horarios así que probaron a vivir también en diferentes días regidos por distintos calendarios. Algo que no debió ser demasiado práctico. Mientras tanto la Iglesia Ortodoxa Rusa, volvió a contar de nuevo con Patriarca y al igual que las otras Iglesias Ortodoxas siguió marcando su año litúrgico con el calendario juliano.
En la actualidad mientras en España vivimos la Navidad el 25 de diciembre según el calendario gregoriano, en Rusia se vive también el 25 de diciembre pero con el calendario juliano, así que todas las fiestas para nosotros parecen llevar un retraso de 13 días.
Para añadir un poco más de complicación e intriga al cambio de fechas cuando se lee algún texto de la historia de Rusia o la biografía de algún ruso, hay que recordar que durante un periodo corto de tiempo desde el 1 de octubre de 1929 hasta el 31 de diciembre de 1931, el joven gobierno instauró lo que llamó «calendario revolucionario soviético».
En un intento de racionalizar la jornada laboral y mejorar la producción industrial, la semana pasó de tener siete días a cinco ( 4 días laborables y 1 de descanso). Cada mes tenía seis semanas exactas. Se organizó a los trabajadores de las diversas actividades económicas en cinco grupos, asignando a cada grupo un día distinto de la semana para el descanso. Durante el periodo que duró este calendario los trabajadores soviéticos tuvieron más días de descanso (uno de cada cinco, en vez de uno de cada siete), de los 52 antiguos domingos pasaron a disfrutar 72 días al año de descanso. Pero todo esto hizo más difícil la vida cotidiana en los planos social y familiar, por lo que este calendario se volvió bastante impopular.
¿Cómo puede ser una medida impopular tener más días de descanso y tener más tiempo para la vida social y familiar? ¿Esto no es lo que se busca cuando se habla de conciliar la vida laboral con la profesional?