Algunas personas piensan que el nombre de Plaza Roja proviene de la afición del comunismo al color rojo. NO ES CIERTO. Ese lugar ya era llamado así mucho antes de que nacieran Lenin y el bolchevismo. Otros opinan que se debe al color de las murallas del Krémlim, cosa que tampoco es cierta. Cuando el Zar Iván IV (el Terrible ) mandó construir la plaza las murallas eran de color blanco. Ivan Vasilievich, (así se le conoce en los libros de historia rusos y no con el número IV ni tampoco con su apelativo de «ElTerrible»), inició la reforma por necesidades de crecimiento y ordenamiento urbanístico. La zona de la Plaza Roja estaba comprendida dentro del recinto de otra muralla anterior que había existido. Un espacio que poco a poco se llenó de edificios de madera desordenados. La zona después de 300 años de calles embarradas y de múltiples incendios no era muy del agrado del zar y decidió dar dignidad a lo que ya era el barrio comercial de la ciudad de Moscú. Se construyeron nuevos edificios comerciales en ordenadas filas. Como les gusta decir a ellos todavía en la actualidad «líneas comerciales» que ocuparon el espacio más cercano al viejo krémlim y en la parte más alejada se levantaron edificios donde vivían los mercaderes o donde tenían acomodo las viejas caravanas que llegaban para abastecer la ciudad. Por cercanía al Krémlim, recinto en el que estaba centralizado el poder del estado del ya Zarato Ruso se fue llenando completando el espacio con viviendas de nobles y monasterios del clero. Iván Vasilievich, quiso crear un espacio de reunión e información en el lugar que hoy en día ocupa la Plaza Roja. Se comenzaron allí a leer los ucases (Decretos del zar o leyes) y también era el lugar de las ejecuciones. Hay que tener en cuenta que en esos años estas cosas eran normales en todo el territorio europeo y los castigos recibidos por los que incumplían la ley tenían un carácter educativo para el resto de la población y un añadido de humillación y escarmiento que hoy no tienen. Los más imaginativos opinan que el nombre deriva del color de la sangre que se derramó en las ejecuciones por aquel entonces. Lo que tampoco es cierto. Sin embargo, si hay firmes teorías que el nombre no pero el tamaño si tenía algo que ver con aquellos hechos. Las malas lenguas dicen que la superficie de la plaza es fruto de la primera demostración de autoridad de este Zar. Los boyardos eran la nobleza rusa de la época y entre ellos existían rivalidades y luchas de poder que se plasmaban en pretender controlar al zar de turno de alguna manera. ¡Vamos! algo que era habitual en todas las monarquías europeas de la época y sus métodos iguales en todas partes. Un gran grupo de ellos, fue acusado de traición en cuanto Iván cumplió los 18 años y se vio libre de sus malas artes. Fueron castigados por conspirar contra su padre, asesinar a su madre y controlar el estado en su beneficio haciéndole temer por su vida desde su aislada infancia.. Las leyendas dicen que el espacio que destinó a la Plaza es el mismo que ocuparon los cuerpos empalados de los boyardos.
No sólo delimitó el espacio sino que mandó construir uno de sus elementos más bellos, la Iglesia dedicada a la Dormición de la Virgen en agradecimiento a la Virgen de Kazán por su protección en la batalla con la que se terminó el poder tártaro-mongol en Rusia, un periodo que se alargó aproximadamente 300 años. Hecho que marca el final de la Edad Media para el país. La Iglesia es conocida hoy en día, sobre todo para los turistas como la Catedral de San Basilio.
El nombre de la Plaza, realmente deriva de una curiosidad lingüística, la adaptación de antiguas costumbres y la personalidad del alma rusa.
El extraño título de este post y que puede parecer un proverbio o un refrán, en ruso es una frase mnemotécnica para recordar la secuencia de colores del arco iris y puede ayudar también a los que estudian el idioma ruso. La letra inicial de cada palabra en el ruso actual corresponde de manera ordenada a un color (Kazhdi Ojotjik Zhelaet Znat Gdié Sidit Fazán). Rojo (krasni), naranja (oranzhevi), amarillo (zhiolti), verde (zelioni), azul claro (goluboi), índigo (sini) y violeta (fioletovi).
En tiempos de Iván Vasilievich la plaza recibió el nombre de Krásnaya Ploshad. En el idioma actual efectivamente es el adjetivo rojo en su versión femenina, pero en el siglo XVI no era así. En ruso antiguo que era lo que se hablaba en esas tierras por entonces, la raíz красно (krasnó) tenía el significado de bello y de ella evolucionaron dos adjetivos diferentes. El primero que puede traducirse por «bonito o bello» (красивый krasívyy) y «rojo» (красный krásnyy). Esta asociación lingüística no es casual, ya en el momento de la evolución del idioma en Rusia el color rojo tenía un significado especial y formaba parte de su identidad cultural. Una identidad que hacía que se percibiera el rojo como el color más bello.
En todo el planeta, la luz del atardecer tiene tonos rojizos pero en los cielos de los países más alejados del ecuador esa tonalidad se intensifica aún más por la distancia con el sol. Este es el caso de los cielos de Rusia. Desde tiempos antiguos esos matices rojizos fueron percibidos por los antiguos pobladores como algo mágico. A los frutos, flores o animales que de manera natural tuvieran ese color se le atribuían propiedades curativas o protectoras. Se inició muy pronto la búsqueda de pigmentos naturales que transmitieran a otros objetos matices del color rojo para así trasladar sus cualidades protectoras. Madera, tejidos, pieles o cueros eran «bendecidos» al teñirse de ese color y actuaban como amuletos. El color del sol y el fuego representaba la vida. Se han encontrado restos de pigmento rojizo en los lugares donde se realizaban las ceremonias mortuorias de los viejos eslavos. Su presencia indica la utilidad del pigmento rojo en algún momento de la ceremonia. La hipótesis más apoyada hace suponer que el color rojo se utilizara para restaurar el color en las caras antes de la incineración en piras funerarias. Viejas leyendas y poemas medievales hablan de objetos de color rojizo portados por los antiguos y míticos guerreros. Usados para tener poderes extraordinarios y con ellos han sido pintados posteriormente, botas, cinturones, ropajes o escudos, etc. Algunas teorías dicen que el término «ruso», proviene de una antigua raíz eslava que significaba rojizo, haciendo mención al color de pelo característico (rubio oscuro) de los eslavos antiguos y a su tono de piel a diferencia de sus vecinos suecos y fineses.
En los cuentos tradicionales rusos también aparece el color rojo en los regalos que recibe el protagonista y que le ayudarán a superar las pruebas a las que es sometido (Manzanas, cintas, pañuelos) o en los seres extraordinarios que ayudan al héroe, como el pájaro de fuego o los caballos alazanes.
A principios del siglo XX, el pintor ruso Kandisky atribuyó sonidos a los colores. Comparó el color rojo con los tonos del violín, «de color ardiente con un carácter inmaterial e inquieto. Recuerda a la alegría juvenil, pero en tonos oscuros simboliza la madurez viril».
El tiemplo fusionó significados, creencias, supersticiones y tradiciones. Lo que antes era un amuleto protector pasó a considerarse bello y siguió formando parte de la identidad cultural y la tradición. El cristianismo ocupó la parte espiritual y el color rojo fue marcando las pautas de la vida diaria. Representaba el nivel más alto dentro de la sociedad, en un primer momento vestir de ese color estaba reservado a la nobleza y al zar, entre otras cosas por el alto coste de los pigmentos. Las botas rojas eran un elemento de distinción. El color fue adquiriendo un significado de poder, riqueza y fortuna. Empezó a decorar las estancias femeninas de las viviendas conservando la simbología pagana de la fertilidad. Durante la dominación tártara, el color rojo se vio aún más reforzado por la influencia asiática que añadió energía, felicidad, suerte y celebración a su significado. No es de extrañar que al evolucionar el idioma al final de esta época los adjetivos bello y rojo estuvieran asociados en la mente de cualquier ruso. El color rojo era un color magnífico que representaba gran parte de los valores de la sociedad del momento. Los pigmentos para teñir además de mejorar se fueron abaratando en coste lo que llevó al color rojo a ser utilizado con más profusión en la decoración de los hogares sin distinción del estatus social en momentos de celebración y fiesta. El rojo inundó las vestimentas con cintas, pañuelos y bordados al igual que los manteles de las mesas de las celebraciones y reuniones familiares. Fiestas religiosas fusionadas con paganas que se fueron tiñendo de rojo poco a poco. El malentendido que produce la asociación de los adjetivos no sólo ocurre con la Plaza Roja, hay varios ejemplos que arrastran desde hace siglos el mismo equívoco.
Desde la adopción en el siglo X del cristianismo en Rusia, la fiesta religiosa más importante es la Pascua. La costumbre cristiana de los huevos de Pascua se arraiga en el país. Hoy en día no faltan en las casas los huevos de colores y con decoraciones diferentes. Se hacen juegos con ellos y se consumen el día que acaba el Gran Ayuno de la Resurrección. Originariamente estos huevos se teñían con cebollas y sólo de color rojo. Su nombre deriva de la misma raíz, krasanka. Hoy existe otro nombre (pisanka) para nombrar a todos los huevos de colores o decorados pero los de color rojo siguen llamándose «bellos».
Pasada la Pascua, llegaba el momento de dedicarse a cosas más mundanas y menos espirituales. El domingo siguiente a la Resurrección, la Iglesia reabría la temporada de bodas, prohibidas durante la Cuaresma, ¡el ayuno era para todo!

El arte religioso también utiliza los colores de manera simbólica y a modo de código. El color rojo es utilizado principalmente en las imágenes de la Resurrección de Cristo por ser el color del amor y la vida, pero al mismo tiempo es el color de la sangre y el sufrimiento, y por eso los mártires son representados con ropajes de color rojo.
A partir del siglo XVI en los hogares rusos, incluso los más humildes, existía el llamado “rincón rojo”, un lugar importante de la habitación principal, donde se instalaban los iconos para la oración hogareña. El rincón desde hace siglos cumple unos requisitos de orientación determinados. Situado en la perspectiva que se observa al abrir la puerta y poder mirar el «rincón bello”. Preferiblemente situado en la pared que mira al este. La colocación de los iconos está perfectamente reglada por los casi 1000 años de tradición. El espacio central corresponde a la representación de Cristo Salvador a su derecha la representación de la Virgen. Si es posible, las representaciones de los santos se colocarán debajo y sino a los lados.
El «rincón rojo» suele tener también un espacio dedicado a los que no están. Una fotografía en su recuerdo o algún objeto cotidiano del fallecido que se colocaban en un plano inferior.

Una tradición que persiste en el tiempo y puede apreciarse en muchas casas rusas, en los pisos modernos, en los hogares de los jóvenes y mayores.
Desde el siglo XVIII el color rojo formaba parte de la bandera imperial, representando el poder y la soberanía. El concepto Patria se había unido ya a todos los demás significados del brillante color.
Cuando llegó la revolución el color rojo estaba instalado en la tradición y en la cultura y formaba ya parte del espíritu ruso. Al convertirse en símbolo político de la URSS, el color rojo inundó las calles. En los primeros años Mayakovski y sus colegas futuristas proclamaron el “Decreto nº 1 sobre la democratización de las artes”, el arte abandona los “palacios, galerías, salones, bibliotecas y teatros” y convierte las calles de la ciudad en escenario de una “fiesta del arte para todos”.
No es difícil entender que el nuevo color fuera aceptado por los rusos de la época y adoptado rápidamente como un nuevo símbolo político representando a la revolución y al comunismo. El rojo se instala entonces en las calles de la ciudades, tiñe de color, pinturas, edificios, carteles, mosaicos.
Hoy ese significado político ha dejado de existir y se ha convertido en una etapa histórica. El color rojo sigue manteniendo su significado de Patria y Victoria, incluso para los no comunistas. La afición al color rojo se mantiene en el tiempo. El color forma parte del espíritu ruso por todas las atribuciones que le ha dado la tradición y la historia. Sigue siendo el elegido en las flores que tanto regalan, en las decoraciones festivas, o en las decoraciones de la artesanía tradicional y en la costosa porcelana. Por su puesto sigue transmitiendo energías de alegría y celebración y se mantiene presente en las festividades y reuniones familiares.
No es de extrañar que cuando un ruso ve las brillantes estrellas rojas que coronan los pináculos de las torres del Krémlim piense inmediatamente que son las más bellas de todo el universo. Tampoco es necesario ser comunista para que un ruso vea la Plaza Roja como el espacio más bello del planeta. Es bastante habitual escuchar una sola palabra que sale de su boca y que proviene de lo más profundo de su alma. No necesita más para expresar lo que siente; «¡Prikrásno!» ¿«¡Prikrásno!»?¿Magnífico? ¡La misma raíz juguetona en el centro de la palabra!