El largo camino

Esta canción se hizo célebre en España a finales de los años 60, gracias a la voz de la italiana Gigliola Cinquetti. En el disco puede verse que el compositor de la música y autor de la letra es un tal Eugene Ruskin. Cuando firmó  la canción, la melodía llevaba sonando en otras tierras más de 40 años y grabada en varias ocasiones con diversas adaptaciones de su letra.

La melodía nació en 1924, compuesta por Borís Fomin para poner música a un poema de Konstantin Podrevsky. Pertenece al estilo tradicional conocido como Romanza rusa o canción gitana rusa. Un estilo musical popular que nació en el siglo XVIII en contraposición a la Romanza de salón, género influenciado por la Opera italiana y que estaba muy de moda entre la clase noble de la Rusia Imperial. La influencia gitana impregnó la Romanza  de tristeza, de amores imposibles, de destinos inciertos y sobre todo de lugares y momentos anhelados. Las melodías ayudaban a crear ese ambiente de nostalgia y melancolía ayudadas por una séptima cuerda que caracteriza a la guitarra rusa. El nuevo estilo musical fue creciendo durante el siglo XIX y ganando seguidores hasta convertirse en una de las mayores expresiones de la música popular. ¿Será que las canciones se atreven a expresar los sentimientos que viven escondidos en lo más profundo del alma en un intento de mitigar el profundo dolor que causan?

«El largo camino», título original de la canción, se estrenó en 1924 en un cabarét de París. Pero los felices años 20 no fueron igual de felices para todos, la Revolución rusa  y la guerra civil provocaron el exilio de miles de rusos. EEUU, Inglaterra o Francia fueron sus destinos habituales.  Desde el estreno, la canción contó con un rotundo éxito, su música y su letra transportaba a los melancólicos rusos afincados en Francia a su amada patria. Traía a su memoria la nieve, los paisajes y en definitiva una típica estampa tradicional que posiblemente jamás volverían a ver. La canción poseía ese «alma rusa» tan difícil de entender y que posee una característica muy especial definida por una palabra rusa casi imposible de traducir; тоска (Taská). Un diccionario os traducirá la palabrita por anhelo o deseo ferviente. Realmente es algo más. Se define como «ansiedad del espíritu mezclado con tristeza». A mí, más que un anhelo,  me recuerda a una acepción casi en desuso de la palabra española nostalgia. Según la Real Academia de la Lengua, nostalgia que deriva de la palabra griega dolor (algia) no es otra cosa que la   «Pena o dolor que se siente al verse ausente de la patria o de los deudos o amigos».

La canción tuvo su versión en la recién nacida Unión Soviética siendo también muy del gusto de los que allí quedaron.  Grabada en 1926 por Alexander Vertinsky (1926) y por Tamara Tsereteli (1929), los dos mejores cantantes del teatro de variedades de su época no han parado de grabarse con diferentes versiones desde entonces. En la actualidad sigue formando parte del repertorio habitual de las sobremesas de muchas reuniones familiares.  «El largo camino» , un titulo que casi vaticinaba el amargo destino del exilio ruso llegó  a EEUU desde Francia,  donde en 1962 un estadounidense hijo de emigrantes rusos, Eugen Ruskin, escribió un nuevo poema para la canción. Una letra que suprimía el sentimiento patriótico pero mantenía la nostalgia. Con el título   «Those Were the Days»  fue grabada por el trío folk estadounidense «The Limeliters» en 1964. En una actuación de este grupo en Londres,   Paul McCartney escuchó la canción. Con algún arreglo de música y letra del exbeatle , 4 años después la joven galesa Mary Hopkin  convertía  en numero 1 de las listas inglesas musicales  a la vieja romanza rusa cargada de nostalgia y melancolía. Pasó a titularse “These Were the Days», un gran éxito que saltó  las fronteras, al que siguieron versiones en diferentes idiomas europeos.

La añoranza de la juventud, la nostalgia de los amores del pasado forma parte del alma de la «Romanza Rusa», un estilo que se mantiene en la versión española y que quizás sea el secreto del éxito de la canción. Desde que la italiana   Gigliola Cinquetti elevara a número 1 de las listas españolas la canción «Qué tiempo tan feliz» en 1969, es difícil no tener cierta edad y al tararear la pegadiza música no esbozar una sonrisa mezclada con algo de melancolía.

Menos mal que escuchamos la canción acompañada de una guitarra «normal», si añadiéramos la tristeza de la característica séptima cuerda de la guitarra rusa no se que sería de nosotros  con nuestro carácter mediterráneo… ¿Será esa sonrisa la mejor definición de la  palabra Taská? Una sonrisa que no manifiesta alegría sino todo lo contrario, lo que intenta es ocultar el dolor que asoma a través de los ojos antes de transformarse en las lágrimas que produce el recuerdo de lo que se encuentra oculto en lo más profundo del alma.

Publicado por birioska

blog sobre cultura rusa

3 comentarios sobre “El largo camino

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