El 15 de junio de 1993 el Papa Juan Pablo II vino a Madrid para consagrar la Catedral de la Almudena. Un proyecto que solo se había tardado 110 años en construir.
Cuando se abrió al público, su decoración no dejó indiferente a nadie. Acostumbrados al arte barroco, a las esculturas y a la pintura clásica italiana, la «novedosa» decoración fue motivo de conversación e incluso de discusión entre aquellos que se acercaron a visitar el nuevo templo, a pesar de las palabras y explicaciones del autor de la llamada «Corona mistérica», el maestro Kiko Argüello.
«Siguiendo las huellas de Rublev, hemos buscado una expresión moderna incorporando los descubrimientos del arte occidental contemporáneo, desde el impresionismo en adelante: Matisse, Braque, Picasso, etc., en el intento tambièn de abrir un puente a travès del arte entre las Iglesias Católica y Ortodoxa»

La corona mistérica se encuentra en el presbítero de la Catedral. El ábside se divide en siete murales y ocho vidrieras colocados en tres planos diferentes. En el centro de la composición destaca el Cristo Pantocrátor, sobre él que convergen los siete cuadros que forman la «corona mistérica» en los que se representan momentos de la vida de Cristo. En el plano de la vida terrenal el Bautismo, la Transfiguración y la Crucifixión y en el plano celestial; la Resurrección, representada mediante una tumba vacía, la Ascensión y Pentecostés. Si la disposición de las pinturas resulta algo atípica en nuestras manifestaciones artísticas todavía fueron más controvertidos los trazos, colores y el estilo de los frescos. Trazos habituales para la tradición bizantina pero poco vistos en los templos occidentales. La novedad dejó paso a la costumbre y con el paso de los años nos hemos habituado a tener iconos en la Catedral de Madrid. Pero, exactamente ¿Qué es un icono? Aparentemente la respuesta es fácil , los iconos son la representación de las figuras religiosas veneradas en la Iglesia ortodoxa.
Una definición demasiado sencilla para explicar un sentimiento religioso, un estilo de pintura y más de 1000 años de tradición en la historia de Rusia. Efectivamente un icono o ícono es una imagen religiosa pero no es un cuadro de temática religiosa. Ha sido pintado para invitar a la oración y al recogimiento y no para ser admirado. Contiene y debe transmitir parte del espíritu de la figura que representa.

Desde el comienzo del cristianismo, los antiguos cristianos ya decoraban con dibujos simples los templos ocultos de las catacumbas. El arte comienza a formar parte de la liturgia y se utilizan imágenes para explicar a los fieles los dogmas religiosos. Arte y creencias se fusionan hasta conseguir su máximo esplendor en las decoraciones de la Iglesia de Santa Sofía de Constantinopla (Siglo VI). Posteriormente las imágenes se ven envueltas en discusiones, persecuciones y prohibiciones hasta que en el Concilio de Nicea (787) se justifica su veneración para que su contemplación sirva de modelo a imitar por el creyente y marca los cánones que este tipo de representaciones debe cumplir. Un icono no es una manifestación artística de la imagen que se representa, es un símbolo con cuya ayuda podemos alcanzar la comprensión de lo Divino. El icono desempeña el papel de mediador entre el mundo terrestre y el celeste.

La tradición de los iconos en Rusia se remonta a los inicios de la cristianización. Vladímir el Grande, recibió el bautismo en la ciudad de Korsún, a su regreso a Kiev con el fin de construir nuevas iglesias llevó consigo diversos objetos destinados a la liturgia y algunos iconos para rezar. Bajo las enseñanzas de los maestros bizantinos comienzan a abrirse en el siglo XI las primeras escuelas de iconos de la Rus.
Los pintores de iconos durante todo el proceso de pintura de la imagen deben seguir severos cánones que regulan la representación de las imágenes religiosas. La infracción de estas normas se considera herejía. Antes de comenzar a pintar el artista, una persona acostumbrada a la vida monástica, debe someterse a un proceso de «purificación» con oraciones y un ayuno no menor de 40 días, debe limpiar escrupulosamente la habitación donde va a realizar su trabajo y debe ponerse ropa limpia.
El pintor de iconos crea una copia de un original. Normalmente la obra resultante es producto de la creatividad y el trabajo de una escuela y no de un único artista. Conocemos el nombre de las diferentes escuelas que se encargaron de la decoración de las Iglesias y Catedrales de Rusia así como los nombres de afamados maestros que dirigían estas escuelas como es el caso de Andrei Rubliev o Teófanes el Griego, pero ningún Icono lleva la firma de su autor entre otras cosas porque la creencia dice que la mano del pintor está dirigida directamente por el Espíritu Santo.

Existen iconos pintados directamente sobre paredes tipo frescos pero habitualmente se realizaban sobre tablas de madera y se utilizaban para decorar el Iconostasio (La pared que separa el altar o parte sagrada de la parte central en un templo ortodoxo).
Las tablas eran habitualmente de tilo, alerce o abeto y seguían un largo proceso de preparación. Desde el primer corte con el hacha se trata el material como algo sagrado. Se recorta un borde como si fuera un marco y la parte central llamada Arca se sella con diferentes capas de imprimación a base de cola de pescado, telas de lino y yeso. Tras varias capas de cola caliente, lavados y lijados se obtiene una superficie lisa, llamada levkas. Sobre el levkas se realiza el boceto con pintura de color negro o rojo. La pintura al temple se obtiene con pigmentos, de origen vegetal o mineral mezclados con yema de huevo. Sobre el boceto se inicia el auténtico proceso de pintura. Primero se doran los bordes del icono, el fondo, las coronas y los pliegues de los ropajes. Luego se pintan los vestidos, los edificios y el paisaje. Durante la etapa final de la creación del icono se diseñan las caras. La representación acabada, se cubre con un barniz especial hecho con aceite de linaza. Con las últimas pinceladas se aplica sólo el blanco puro.
Las figuras viven en el mundo divino y en un icono no puede existir ni el espacio ni el tiempo porque eso es algo propio del mundo terrenal. Uno de los puntos más importantes de un icono son los ojos que deben pintarse con una técnica determinada para conseguir el efecto deseado: la imagen debe seguirnos con la mirada. Desde la eternidad, la imagen a través de sus ojos debe verlo todo. El sombreado no se admite en estas pinturas que deben estar llenas de luz. Dios es la «Luz» y eso es lo que debe reflejar un icono.
Los colores siguen también un código estricto, por ejemplo, el púrpura se utiliza para representar el reino de Cristo, el blanco es símbolo de la luz divina. El color rojo tiene varios significados el amor y la vida, y al mismo tiempo es el color de la sangre y el tormento, es el símbolo de la Resurrección. El azul significa el reino de Dios en el cielo. La Virgen María normalmente se viste con prendas exteriores rojas y azules en el interior simbolizando su naturaleza humana original ( rojo) y la celestial (azul). El dorado, simboliza el resplandor de Dios y el esplendor del Reino de los Cielos, donde nunca hay noche.
El artista inicia su trabajo distribuyendo el espacio sobre el que se va a disponer el conjunto de figuras o las diferentes partes de de una figura, para ello dibuja una trama con formas geométricas en los que colocará los motivos que van a formar el icono. El círculo, la elipse, el cuadrado, el rombo, el rectángulo, también tienen valor simbólico. En un icono no hay nada que no tenga significado, desde la disposición de las figuras hasta los objetos que en él aparecen.
El pintor «escribe» sobre la madera aquello que la figura nos quiere contar. No me he equivocado, en ruso los iconos no se pintan, el verbo que se utiliza para definir lo que representa el artista de iconos con trazos y colores es el verbo escribir. Sin embargo, los artistas de cuadros de temática religiosa si pintan.
La Virgen de la Almudena es la patrona de la ciudad de Madrid. Según la tradición, la imagen fue encontrada en el año 1085 en el interior de la muralla árabe durante la conquista de la ciudad por el rey Alfonso VI. La leyenda dice que fue durante uno de los asedios por las tropas musulmanas al Madrid cristiano. En el interior del recinto amurallado escaseaba el agua que había sido envenenada para obligar a la rendición de la ciudad. Cuando la población estaba a punto de morir de sed, la aparición de la Virgen señaló el lugar de la muralla de donde manó agua limpia. La Virgen, cuyo nombre proviene de la palabra árabe Almud (muralla), inclinó la balanza de la guerra hacia las tropas cristianas.

Pues bien, varios iconos cumplen la misma función para el pueblo ruso y han inclinado la balanza de la guerra para las tropas cristianas rusas ante los invasores tártaro-mongoles durante la Edad Media o en las luchas por el poder entre los diferentes principados. Entre estos iconos, el más famoso y milagroso es el conocido con el nombre de la «Virgen de Vladímir», que se convirtió en protectora primero del principado de Vladímir y más tarde del de Moscovia durante el periodo que se gestó la identidad nacional, el idioma y la ordenación del poder de lo que sería posteriormente el Zarato ruso. Defendió a Moscú de las tropas de Tamerlán y la Horda de oro. Más tarde intercedió por el zar Borís Godunov y por la ciudad ante el catolicismo polaco.

En 1812, el icono guió en Borodinó a las tropas rusas y junto al resto de los moscovitas salió del Krémlim y se trasladó de nuevo a Vladímir mientras Moscú ardía y esperaba la llegada de refuerzos para expulsar a Napoleón de Rusia. Una leyenda urbana cuenta que el mismísimo Stalin en 1941 enroló en las filas del Ejército Rojo al Icono de la Virgen de Vladímir y la envió a sobrevolar Moscú en un avión para bendecir y proteger las tierras rusas cuando los invasores nazis se encontraban a menos de 50 km. de la capital. Durante su estancia en las diferentes catedrales del Krémlim de Moscú, el icono fue testigo principal de coronaciones y bodas primero de la familia Riurka y después de la dinastía Románov. Uno de los cambios que trajo la revolución rusa afectó al domicilio habitual del icono. Al ser desacralizadas las catedrales del Krémlim y nacionalizarse las propiedades de la Iglesia Ortodoxa, el icono de la Madre de Dios pasó a formar parte de la colección de la Galeria Tretyakov. Pasó a ser exhibido como uno de los mayores exponentes del arte religioso ruso. En 1999 la Iglesia Ortodoxa y el Estado de la Federación Rusa acordaron cambiar la ubicación del icono para que cumpliera también con su función religiosa y no fuera simplemente exhibido en un museo como una simple obra de arte. A partir de entonces puede visitarse en la Iglesia-Museo de San Nicolás de Tolmachi en la Galería Tretyakov.
La Virgen de la Ternura de Vladímir o el Icono de la Madre de Dios llegó a Kiev desde Constantinopla en el siglo XII como regalo para el hijo de Vladímir Monomakh, el Príncipe Mstislav Vladimirovich.

Según la leyenda fue pintado sobre la madera de la mesa en la que Jesus ceno con Lucas el evangelista a quien se atribuye su autoría. Es del denominado tipo Eleúsa, es decir, la Virgen se representa en actitud maternal tocando con su cara la cara del niño. Se presenta así como la madre de Dios. Una representación gráfica del amor entre Dios y el hombre, cuya culminación sólo se puede alcanzar en el seno de la Iglesia, y en el que se refleja el atributo de la Virgen como «Madre» de todos los creyentes. Existen varios formas autorizadas para representar a la Virgen dependiendo de su posición, el Eleúsa es uno de ellos. En el reverso del Icono, también dibujado, están representados el Trono y los instrumentos de la Pasión de Cristo.

Como era de esperar, un icono tan venerado y viajero sirvió muchas veces como modelo de otros iconos. Estas «copias» tienen también un gran valor histórico y artístico. Incluso el gran Rublev escribió el icono en la Iglesia de la Anunciación de Vladímir.
A lo largo de la historia se han añadido «vestiduras» al icono. Lejos de ser mantos bordados consisten en un elaborado trabajo de orfebrería con metales y piedras preciosas que cubren la pintura dejando solo al descubierto las manos y la cara de las figuras.Realizadas entre los siglos XV y XVII, se exponen a día de hoy en el Museo de la Armería en el recinto del Krémlim de Moscú.
